viernes, 6 de mayo de 2011

PINTÓ EL MUERTO

   "¿Te gustarìa tener un recuerdo especial de alguien que ha fallecido?", pregunta una artista americana especialista en retratos.  En la nota publicada el 30 de abril en el suplemento Radar de Página 12 con el nombre "Ceniza (de muerto) al óleo" se describe las características de la técnica en cuestión: una pequeña cantidad de cenizas enviadas por correo es materia prima esencial del retrato post mortem (1).  El éxito de esta "nueva forma de arte", según definición de la propia autora, parece estar asegurado ya que de acuerdo a las estadísticas en Estados Unidos la cremación es la modalidad más recurrente a la hora de decidir el destino final de los restos mortales de un ser querido.
   Existen estudios sobre la disminución de rituales funerarios en la actualidad y sus consecuencias en la elaboración del duelo que merecen un análisis más detallado.  En esta oportunidad, más allá de las estadísticas provenientes del país del norte , lo que resulta interesante por imposible de ser reducido a una variable única es justamente el después de la "popular" cremación.  Es decir, ¿qué hace cada quien con las cenizas de su muerto?  Esa pregunta se recorta de un modo especial cuando quien murió no ha expresado su voluntad en vida, y también cuando quienes lo sobreviven descreen de cierta regulación proveniente de una doctrina religiosa en particular.  Situación que demanda una respuesta X a dar justamente en un momento de máximo dolor.
    ¿Serà posible describir, aunque sea de un modo superficial, ese "fenómeno"?  Sin mucho análisis previo: las cenizas se guardan o se esparcen.  (¡O... se las envía por correo argentino a la artista plástica de la citada nota!).  Pero la cosa no termina ahí.  Porque ya sea que se decida guardar las cenizas o por el contrario esparcirlas, en ambos casos la pregunta es la misma: ¿dónde?  Existen una serie de lugares comunes:  guardar la urna en el ropero, enterrarla en  un lugar especial del jardín o en caso de tener balcón, directamente las cenizas en una maceta.  Está también el jarrón de porcelana chino que se hace trizas en más de una película de humor negro, quién no lo ha visto alguna vez.  Por otro lado, para quienes deciden esparcir las cenizas, las alternativas son básicamente dos: agua o tierra.  Si es llanura, montaña, río o mar, eso quedará definido por una marca especial en la biografía del difunto (2).
   A estos ritos comunes o domésticos, se suman otros.  Algunos ligados a un emblema, un símbolo o un ideal.  Por ejemplo, el amor por la camiseta.  Me contaron que las autoridades de un club de la Ciudad de Buenos Aires tuvieron que suspender el ritual extendido entre los hinchas de arrojar cenizas mortuorias sobre el cesped antes del inicio de un partido.  Superados por una  demanda creciente y desconociendo los efectos de las partículas acumuladas, optaron por no arriesgar el deterioro irreversible del campo de juego.
   Son conocidos los chistes de velorio.  En ese registro, en la Psicopatología de la vida cotidiana Freud cuenta el del condenado a muerte un día lunes: "linda forma de empezar la semana",se dice a sí mismo mientras se lava la cara frente al espejo.Hay otro en "De guerra y muerte".  Un hombre le propone a su mujer: "si alguno de los dos se muere, me mudo a Paris".  Acaso el humor o lo cómico (sin entrar en detalles sobre sus diferencias) sean la única forma de decir algo sobre la muerte esquivando lo patético o lo cursi.
   Es sabido que la muerte es siempre la muerte del otro (hasta nuevo aviso,  "estoy muerto" es una conjugación imposible en acto.  Y por más o menos conciencia que se tenga sobre la propia finitud,  en general esa percepción suele ser difusa o fugaz).  En este caso "el otro" es el padre de C, un amigo,  que antes de morir agoniza en una sala de hospital (3).  Los médicos se sorprenden por  la resistencia del paciente a pesar de su gravísimo estado.  Pero para C  la respuesta es un chiste (4) : su padre se aferra a este mundo con uñas y dientes porque sospecha que es el único que hay. 


A.B


(1)  Keith Richards, un artista con todas las letras y también del primer mundo, encontró su manera de hacer con las cenizas de su padre: se las aspiró.  "La mejor droga que probé en mi vida", declaró.  Desde entonces algunos aseguran que los Rolling están cada vez más satánicos y menos majestuosos.
(2) Qué se puede decir sobre las cenizas arrojadas al Río de la Plata.  Sin dudas, para esas cenizas ese río es un lugar final ineludible.  En la superficie, las cenizas.  En el lecho, los cuerpos desaparecidos.
(3)  Hay estudios sociológicos que señalan un desplazamiento en Occidente de la muerte del padre a la muerte del hijo: esa pédida en particular requiere un tratamiento también en particular.
(4)  Segun Freud, el chiste es una formaciòn del inconciente.




   
   
  

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